Visto lo visto todo parecía indicar que la noche en C2 iba a ser catastrófica. Para cenar un liofilizado que me hice a mediodía y no había sido capaz de acabarme. El hambre era totalmente nula.
Ya en los sacos comenzamos a hablar sobre qué hacer al día siguiente, cada vez perdía enteros subir a C3. Si nos levantábamos con el mismo cuerpo era imposible subir otros 1.000m de desnivel y dormir a 6.100m.
Hay una cosa curiosa cuando se mezcla el cansancio con la altura, y es que el cuerpo no «sabe respirar en modo automático», dicho de otra forma, el cuerpo necesita pensar que tiene que respirar. Justo cuando empiezas a quedarte dormido, de repente, un espasmo te despierta y pegas un suspiro. Es como si el cuerpo te dijera «si no respiras de forma consciente, como te duermas yo no sé hacerlo por tí». No te puedes dormir. Y otra cosa, importante dejar abiertas las ventanillas de ventilación de la tienda, que más de uno no lo ha contado al día siguiente. Tiene gracia, pero no.
Contra todo pronóstico la noche fue bien, no tardé en quedarme dormido y la siguiente vez que miré el reloj habían pasado casi 5 horas. Pensé en ponerme el pulsioxímetro, pero entre que si, que no, volví ha coger el sueño. Ya no era tan profundo pero igualmente seguía siendo reparador.
Nos despertamos, más o menos, con la salida del sol y definitivamente descartamos la idea de subir a C3. Pensábamos salir a las 8:00 independiente de lo que hicieramos. Durísimo salir del saco y empezar a ser persona. Haces estrictamente lo que está en el área de acción (sin salir del saco). Te pones los calcetines. Bebes algo de agua. Piensas en hacer la mochila pero es imposible, todo está lejos. Te sientas 30 segundos y vuelves a tumbarte. Es como salir de la cama en invierno, pero mil veces peor. A eso de las 9:30 ya habíamos desayunado y estábamos listos para salir.
Faltaba un detalle importante, no teníamos agua. Algo que parece tan simple nos retrasa prácticamente 45 minutos. Hay que ir al glaciar a llenar los botes, volver y hervirla, echarle sales (si bebes agua de aquí a pelo la palmas). A todo esto nos entra un WhatsApp, Chencho tampoco había pasado buena noche en C1 y había decidido bajar a CB. (Ahora tenemos a Pablo y Chencho en CB, pero cada uno con un ciclo de aclimatación diferente).
Por fin comenzamos a bajar y nos vamos cruzando con gente que va para arriba. Parecen zombies. Así estábamos nosotros ayer, supongo. Pero hoy estamos relativamente frescos y vamos adelantando por donde podemos a los que suben.
En poco menos de una hora estamos en la zona de las escaleras y cuerdas fijas. Quizás los puntos más críticos y donde mayor pelotera de gente hay. Nos toca esperar en los dos rápeles . Ahora que vamos para abajo nos damos cuenta de lo realmente inmenso que es todo aquello por donde hemos subido. Grietas, seracs, laderas… todo. Esta montaña es inmensa.
Ya en la zona baja del glaciar o «lengua glaciar» nos desencordamos para ir más rápido, aquí el terreno ya no tiene peligro. Sobre las 12:50 ya estábamos de nuevo en C1, fuimos directos a las mismas carpas que teníamos, por si con un poco de suerte estaban libres, que las vistas desde ahí eran tremendas.
Toca tarde de descanso, reflexión y no hacer nada. No hacer nada en la montaña, eso que tanto me gusta.