Viaje a Kirguistán (Día 16) – Cima Pico Lenin

Suena la alarma, estoy un poco preocupado porque literalmente no he pegado ojo en toda la noche, desde las 21:00 a las 1:00 despierto, con tan solo algún intento banal de quedarme dormido. ¿Aclimatación? No puede ser. ¿Nervios? Quizás. Pero da igual, sea lo que sea, es el momento, ahora sí es fuego real.

No estaba dormido, pero me tenía que desperezar un poco. Me metí en el saco vestido, tan solo a falta del cubre-pantalón y las G2. Café con unas galletas. Un par de trozos de panceta salá y salimos. 2:00.

Tampoco hace frío, pero sí hace mucho aire. El viento es peor que el frío, porque si hace frío te abrigas y a volar, pero el viento es jodido porque es posible que tengas calor corporal pero te tengas que abrigar porque pierdes la temperatura. Sudas. El viento es una mierda.

En teoría el parte meteorológico era bueno. Posiblemente algo de nieve en las primeras horas y luego el resto despejado con viento 4/35kmh. No sé donde estaban esos 4km/h de mínimo.


Lo primero que te encuentras es tener que perder 100 metros de altitud. Quieres subir una montaña y empiezas bajando. Y lo peor no es eso, es que la parte más dura, en cuanto a desnivel se refiere, son los primeros 1,2km, y encima recuperando desnivel perdido. A lo lejos avistamos tres cordadas que, posible, serán compañeros de camino.

No pasan ni 30 minutos y ya les hemos dado caza a los primeros. Poco tiempo más necesitamos para darles caza al resto. No volvimos a verlos en todo el día. Intuimos que se dieron la vuelta en estos primeros 1,2km.

Esta primera parte es un tanto deprimente. Zetas, zetas y zetas. Zonas de piedra suelta, zonas de hielo, zonas de piedra y hielo. No hay respiro, cada paso que das es para ganar altura. De los 1.100m de tirada en esta sección van unos 500 metros.

Si el viento azotaba en la primera «rampa» en estos llanos es el doble, o eso nos parece. Nos cobijamos detrás de unas rocas a comer y beber algo. Conseguí, casi a la primera, hacer pipí. (Pantalón térmico, pantalón, cubre-pantalón y térmica arremetida, tiene mérito). Justo acabo de orinar, me giro a la izquierda y me parece ver una silueta de una persona. Eran piedras. Dije para mis adentros «Sergio, es broma, ahora no». (Lo de es broma es un código interno que tenemos para cuando alguien dice alguna gilipollez saber que no es mal de altura). Empiezo a perder temperatura en las manos. Abro un calentador y lo meto dentro de las manoplas.

Tras esta zona «llana» no recuerdo bien, pero sí sé que no era duro en cuanto a inclinación, alguna travesía lateral de «no te caigas», pero en la mayor parte solo andar andar y andar. Además, todavía era de noche, complicado evaluar la situación al 100%

Nos metimos en una rampa y justo al final se veía una pequeña pared. Por izquierdas se veía expuesto, por derechas no tenía mucho sentido. Al acercarnos vimos las cuerdas fijas. Era la zona sobre la que nos habían hablado varias veces. Las supuestas cuerdas fijas de antes de cima. Por horario no me cuadraba, por situación no tenía ni idea, a la derecha se veía una cima. A saber.

Superamos esta zona y nada de lo que se veía a la derecha era la cima real. El camino bordeaba a izquierdas una loma gigantesca, una loma que, tras superarla, te dejaba ver otra loma todavía más grande. Las dimensiones de esta montaña son mastodónticas.

Ahora sí que se dejaba ver la verdadera cumbre, faltaba una loma, una rampa enorme, no de inclinación pero si en distancia. Ya nos habían dicho que esta montaña era de «push-push-push» y aquí había que darlo todo. Calculé unos 45 minutos. Los dedos gordos de los pies hacía rato que no los sentía, pero ahora se unían los 8 restantes, no era una sensación preocupante, y llegar a la cumbre significaba una cosa, sol y recuperar con él todo el calor corporal.


Diego iba por delante, julio y yo un poco por detrás. Paramos y Julio me dice «se me mueve la mandíbula», yo ya tuve esa sensación en Perú y sabía lo que era. Había que comer azúcar. Saco una torta de dátiles con nueces y prácticamente se la meto en la boca para que comiera. Es cierto que es bastante pastoso y me suelta un «hermano yo esto no me lo trago», me quería reír pero ni para eso tenía fuerzas.

¿Quedaban 400m para cima?

8:00 y es la hora de la llamada de Vladimir. Hay ronda de radio a las 8h, 12h, 16h y 20h. Diego se para y enciende la radio. En esto lo pillamos y seguimos.


La cima está ya ahí, quedan escasos 15m, me paro y le digo a Julio que tire, le chocó el piolet. Me espero y le digo a Diego que también pase. Quería echar una foto de los dos entrando a la cima. Eran las 8:26, seis horas y media después de salir.

Seguía haciendo mucho aire. La euforia lo supera todo y ya no hay frío en las manos ni pies. Me tiro al suelo y ahora sí, me rio. Es el momento de observar, abrazarse y disfrutar. Mar de nubes y de montañas, allá donde pierdes la vista, montañas. ¿Cuántas de ellas no habrán sido ascendidas y ni si quieran tendrán nombre? Maravilloso. Mágico.

La sensación de no tener frío es totalmente mental. Realmente si que sigue haciendo frío y sigue haciendo mucho aire, y lo peor, es que como ya estamos parados, cada vez tenemos menos temperatura corporal. Rápido cogemos las mochilas, observamos por última vez este mágico lugar, dónde posiblemente no volvamos a estar, y nos vamos.

Queda toda la vuelta. Porque la verdadera cima no es a 7.134m, es en el Campo 3. De cima a C3 echamos poco más de 3h, y solo nos cruzamos con una persona que iba para cima, no sabemos si finalmente lo consiguió. Tal y como nos imaginamos, el resto de cordadas se habían dado la vuelta, ni rastro de ellas. Esto confirma el dato de que la cumbre de esta montaña está «reservada» para menos del 30% de las personas que lo intentan.


No somos ni nos creemos más que nadie. Tan solo el trabajo, el esfuerzo y, sobre todo, la ILUSIÓN, nos han traído hasta aquí.

Como dice un amigo mío, la ilusión es el camino del éxito. Ilusión por seguir haciendo y compartiendo montaña.